domingo, 26 de octubre de 2014

2001: He visto lo Infinito (y me ha dado tiempo de volver para almorzar)

El próximo 28 de noviembre el British Film Institute presentará la reedición digital que ha elaborado de la inmortal 2001: Una Odisea del Espacio de Stanley Kubrick. Para anunciarla, ha difundido este trailer tan chulo que les adjunto a continuación. Aprovechando la coyuntura, recupero un pequeño texto sobre la película que redacté, si no me equivoco, en 2004 (¡hace 10 años ya!) para la revista de corta vida Psicosis, la cual creamos en su día quienes integrábamos entonces el Aula de Cine de la Universidad de La Laguna. En este tiempo no ha variado sustancialmente mi opinión sobre el film, aunque probablemente no le pondría tantos chistes facilones. En todo caso, pongo el texto sin correcciones, tal cual fue publicado, y espero que les guste (comienza tras el trailer mencionado)


Con la película 2001 me sucede lo mismo que con alguna mujer: no la entiendo del todo, pero me gusta.

Desde los tiempos de Griffith, el cine ha discurrido por la senda del melodrama. Las historias tienen principio, medio y final (aunque no necesariamente por ese orden, según Godard) y se centran en las peripecias de unos personajes con los que el espectador empatiza. Por ello se suele apelar a lo sentimental más que a lo conceptual, pues al parecer hay una ley no escrita que afirma que el cine no puede abordar asuntos elevados, ya que para eso está la literatura. Y entonces va el Kubrick y la arma con una película que trata, nada menos, que de la Evolución. Toma ya.

Esto descuadra a más de uno y comienzan las acusaciones: “No se entiende”; “Los personajes son caricaturas”; “Es muy lenta”. Todo es cierto, pero no implica que 2001 sea un film despreciable. Como diría Jack el destripador, vayamos por partes:

a) “La película no se entiende”: Bueno, después de haber leído algunos libros y visitado un par de páginas de Internet, creo que más o menos me he quedado con la copla. Va de monos, ¿no? (Es broma). El monolito aparece siempre que la Humanidad se dispone a dar un salto evolutivo. Está presente cuando los australopitecus descubren la habilidad manual para algo más que la masturbación, y también en el futuro, cuando el astronauta Bowman llega a un nivel superior de existencia tras haber abandonado su cuerpo físico y haber trascendido el tiempo.

La cuestión es la de siempre: al cine se le exige una decodificación inmediata, mientras que en otras artes está admitido que la obra en sí misma no basta para su correcta interpretación y es necesario consultar otras fuentes. Si esto vale para la pintura o la literatura, ¿por qué no para una película? Porque estamos de acuerdo que el cine es un arte, ¿no?

b) “Los personajes son caricaturas”. La reducción del componente humano a la mera condición de presencia es necesaria para la película: si por sí sola ya es compleja, lo sería más si también se interesara por los sentimientos y otras mundanidades de los astronautas. Kubrick deliberadamente simplificó las caracterizaciones para dejar claro el mensaje. La película no trata de la peripecia personal de Bowman y Poole; trata de la Humanidad (los astronautas) ante el desafío de la Evolución (el monolito).

c) “Es lenta”. 2001 no es, ciertamente, la película con más ritmo de la historia (aunque Tarkovski sigue como líder imbatido en la clasificación). Sin embargo, es el ritmo que precisa una cinta que no tiene las mismas necesidades que un drama al uso. En otro contexto, el vals de las astronaves sería inadmisible, pues no aporta nada a la trama. En cambio, es indispensable para el aparato conceptual de 2001, porque establece el grado de evolución al que ha llegado el ser humano. De unos instrumentos ínfimos y rudimentarios (el hueso), ha pasado a otros muy complejos y que, en el summun de la eficiencia, no sólo son útiles, sino gráciles (las naves bailan, pues se ha llegado a un estadio en el que la mecánica tiene cualidades estéticas). La propia presencia de Strauss no es caprichosa: la música es otro de los triunfos del hombre.

Pero el argumento último para defender 2001 se halla en la fascinación que provoca: si no te llega el mensaje, si no disfrutas las sugerencias que propone en el plano intelectual, te queda el mero placer visual, pues se trata de una cinta plena de imágenes fascinantes. Y es un film atrevido, que osa comenzar cuando no había hombres y finalizar cuando no existe el tiempo. Gracias a 2001, yo he visto lo infinito… y me ha dado tiempo de volver para almorzar.