La tercera y última película en la que Christopher Nolan
ha explorado la figura de Batman es un título coherente con la estética
pretendidamente "realista" y el dramatismo que han caracterizado la
saga. Sin embargo, tras dos títulos ejemplares, en esta ocasión al cineasta se
le ha ido la mano en prácticamente todos los elementos y el resultado, en su
afán de ser el no va más del cine superheroico, resulta algo cansino y
excesivo. Es una película notable que no puede igualar las altísimas
expectativas generadas por las dos partes anteriores.
Nolan quiere contar tantas cosas, y todas ellas tan
intensas, que uno tiene la sensación de que sobra media hora de película. El
inicio y el clímax de la cinta son ejemplares, pero su tramo central intenta
tanto ser apocalíptico, desasosegante y dramático que en ocasiones recuerda a
esos conferenciantes que engolan la voz para darse más importancia, sin reparar
en que bordean el ridículo.
Como era de esperar, el apartado interpretativo es excelente:
los actores están estupendos, si bien al pobre Michael Caine lo hacen lidiar
con un Alfred que, lejos de ser el mayordomo irónico y eficiente de las dos
primeras entregas, aquí queda reducido a un patético viejo llorica. Christian
Bale sigue en su línea "hey, mira lo superintenso que soy" y, como me
hizo notar mi acompañante, por alguna extraña razón cree que su Batman queda
más chulo si deja la boca abierta cada vez que termina de recitar sus líneas,
pero en general hace un trabajo muy meritorio.
Sin embargo, quienes se llevan el gato al agua son Anne
Hathaway y Joseph Gordon-Levitt. La actriz se convierte por méritos propios en
la mejor encarnación cinematográfica de Catwoman hasta la fecha. La de Michelle
Pfeiffer, aún gustándome mucho, era una suerte de super-zombie-sexy que poco
tenía que ver con el personaje original. La de Halle Berry era un esperpento
que llevaba un traje que avergonzaría hasta a la stripper más cutre de Las
Vegas. Así que por fin tenemos a la Selina Kyle sexy inteligente, egoísta y
autosuficiente de los tebeos. Lo único que chirría un poco es que, para ser una
ladrona de joyas experta, no parece buena idea que lleve el pelo suelto,
dejando rastros de ADN por ahí; hubiera estado bien que respetaran el uniforme
original diseñado por Darwyn Cooke en la serie de comics de hace unos años.
En cuanto a Gordon Levitt, ofrece un retrato del joven
policía Blake lleno de energía y esperanza realmente electrizante. Se puede
decir que lleva gran parte del peso de la película sobre sus hombros (ya que
otra cosa que cabe criticarle a Nolan es que en esta cinta de casi tres horas,
no creo que Batman llegue a salir más de 15 minutos) y, por ello, el guiño
final me parece un justo premio para un personaje que inicialmente no sabemos
qué pinta.
El apartado técnico es estupendo, con una mención
especial a la fotografía de Wally Pfister y unos efectos visuales prácticamente
sin tacha. En cambio, chirría que la dirección artística no se haya tomado
muchas molestias en disimular que Gotham City es Nueva York (hay incluso un
grandioso plano aéreo de Manhattan que canta ópera), lo cual provoca una
inconsistencia con respecto a la
ciudad oscura y "bladerunneresca" de las partes anteriores.
El punto más flaco de todo es, sin duda, la música de Hans Zimmer. Sus
retumbantes acordes percusivos, que apenas difieren de una película a otra, ya
cansan. El coro que sirve para retratar las andanzas del villano Bane es
impactante las primeras veces, pero se utiliza siempre sin variaciones y acaba
siendo un cansino dolor de cabeza. Tras tres cintas, el compositor alemán ha
sido incapaz de ofrecernos un tema de Batman capaz de acercarse a las
maravillas que Danny Elfman, Elliot Goldenthal o Shirley Walker nos regalaron
en entregas pasadas. En descargo del músico, sospecho que se ha limitado a
seguir las instrucciones del director, que seguramente creería que para su
trilogía de tintes realistas un tema musical superheroico no era oportuno. Yo
disiento, sobre todo porque las bandas sonoras de esta trilogía son de todo
menos discretas: rimbombantes y estruendosas, no creo que un leit motiv decente
para el personaje hubiera sido tan negativo.
Pero, quitando estas pegas, "El caballero oscuro: la leyenda
renace" supone un digno broche final para una trilogía que ha alcanzado altísimas
cotas de calidad. A Christopher Nolan nunca podremos agradecerle
suficientemente que haya logrado dignificar la figura del super héroe en el
cine, demostrando que un comic book puede ser un material de partida tan
decente como una novela. Su opción estilística circunspecta y severa ha sentado
cátedra y ya es imitada por otros títulos, como el reciente reboot de
Spider-Man de Marc Webb (cuya reseña tengo pendiente).
Con todo, como aficionado a Batman desde que de niño
cayeran en mis manos aquellos álbumes de Bruguera con las historias de Denny
O'Neill y Neal Adams, me gustaría que en una próxima película, el director
elegido tratara al personaje con el mismo respeto, pero sin olvidar que se
trata de un entretenimiento. Vamos, que se lo tome tan en serio como Nolan...
pero no olvide ponerle unas alitas al batmóvil.
La cabra tira al monte. En realidad te envidio, porque a mí no hay nada que me guste tanto como a ti el cine, el cómics, las bandas sonoras... Soy una calamidad como friki, aunque me gustaría serlo.
ResponderEliminarEmilio